España. Os voy a hablar un poco de ese país que seguramente la
mayoría desconocéis. Allí, además de matar toros con espadas,
hablar a gritos y robar todo lo que se puede cuando les votan para
ocupar un cargo publico, se hace cine. Pero ojo, que no tiene nada
que envidiar al mejor de cualquier país. Buñuel, Berlanga,
Almodovar...son muchos y variados lo grandes nombres que avalan su
filmografía. Pero están tan, tan, tan avanzados que incluso tienen
su propia producción de serie B. Bueno ellos no lo denominan así,
lo llaman Cine Español a secas, así a bulto, y hasta que no la ves
por ti mismo no eres consciente del truño que te vas a comer. Desde
aquí recomiendo encarecidamente un hito del género como School
Killer y también, como no, el joyón que nos trae hoy aquí: La
habitación de Fermat de Luis Piedrahita y Rodrigo Sopeña.
La peli va de que a cuatro matemáticos les invitan a pasar un fin
de semana a un sitio misterioso en mitad del campo, sin móviles y
sin saber quien les invita, con el objetivo de resolver enigmas o
algo así. Y claro, como es natural, van sin rechistar, ¿quien se
podría resistir a semejante propuesta?.Una vez allí, quien lo iba a
imaginar, descubren que están encerrados en una habitación que va
encogiendo poco a poco mientras les mandan acertijos de Ocón de Oro
a través de una PDA.
Es lo que tiene ser matemático o científico en general, que son
muy listos para el estudio y to' eso pero mu tontos pa' la vida real
y las cosas del vivir cada día, o al menos eso es lo que creo que
pensaban los directores de este intento de drama de intriga que, sin
quererlo, nos arranca más de una risotada a lo largo de su metraje.
Pensadlo bien. Recibís una carta anónima que os dice que vayaís
sin móvil y solos a una casa abandonada en mitad del campo a no se
sabe muy bien que y vosotros vais y lo hacéis. ¿En serio?
Pero ¡Ay!, si solo fuese esto. Hay un invitado que aparece el
último en la habitación y con móvil. Así que todos asumen que es el
anfitrión. Recibe una llamada telefónica supuestamente del hospital
donde está su hija ingresada en coma y decide abandonar la casa. Un
rato más tarde otro de los matemáticos confiesa que atropelló a la
hija del que se ha ido y que por eso le debe querer matar. Pues bien,
atentos a la explicación de como ocurrió el atropello.
-"Soy inventor además de matemático. Hace poco inventé un
palomitero en forma de pato con la boca abierta en el cual se echa el
maíz por la cabeza y el pato expulsa las palomitas por la boca
cuando están a punto. Debido al éxito de mi invento decidieron
darme un premio. Me lo iba a entregar el presidente en persona. Pero
cuando me dirigía en coche hacia la entrega me di cuenta de que en
el coche olía mal. Era caca de perro. Claro, de ninguna manera podía
permitir que el presidente se diese cuenta, así que decidí quitarme
el zapato sin parar el coche para guardarlo en la guantera. Al
agacharme a quitarlo, y sin que me diese tiempo de frenar, me
encontré de bruces con la chica que estaba en medio de la
carretera....pero os digo una cosa muy importante: si llego a frenar
no la atropello."
Lo juro. Verídico. Y todo esto relatado por un Santi Millán que
ni siquiera esboza una sonrisa mientras lo cuenta. POTIPATO
PALOMITERO de POPOP he decidido bautizar al invento. Total, lo
normal, pisas una mierda y guardas el zapato con la zurraspa en la
guantera ¿que más da si luego vas a la entrega de premios con un
zapato solo? "¿Y el resto de matemáticos porqué estamos
allí?" Le preguntan sus compañeros de encerrona; Y va y les
dice: "¡de relleno!"
Pero como decía el pelmazo de Superratón, ¡no se vayan todavía
amigos, aun hay más!. En un momento dado de la película se habla de
la invisibilidad. Pues bien la tesis que plantea el personaje de
Federico Luppi es que ser invisible solo serviría para hacer el mal.
Hasta ahí bien. Pero ¿sabéis que tres grandes cosas malvadas se
puede hacer siendo invisible según Luppi?
1 Colarse en el vestuario de las chicas
2 Robar las propinas de los bares
3 Ir desnudo a misa
Porque, venga, sed sinceros. ¿quien no ha fantaseado alguna vez
con ir en pelotas a misa y de camino llevarse un par de monedas de
diez céntimos de algún platillo de plástico del Bar Moraleda? No lo hacemos porque para eso hay que valer. Lo peor es que Santi Millán le
replica que él sin embargo aprovecharía ser invisible para hacer el
bien. De lo que se deduce que, al no ser invisible, en su día a día
es un hijoputa, el muy ruín.
En fin, os he destripado casi todo lo mejor, pero os dejo el
desenlace de La habitación de Fermat para que lo
descubráis por vosotros mismos...si aun os quedan ganas.
Calificación final: Carcajadas a go-go
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