viernes, 14 de octubre de 2016

Tini, el gran cambio de Violetta

Qué pena me da no saber escribir, no saber plasmar con las palabras exactas todas las sensaciones que me ha producido ver Tini, el gran cambio de Violetta de Juan Pablo Buscarini. Así que no me va a quedar más remedio que daros unas pinceladas... o mejor, unos brochazos. 

Violetta es una serie argentina, la primera de Disney en Latinoamérica, que gracias a esta película  pienso evitar como a un cuñado después de haberse leído el Muy Interesante en la casa de Punset.

Pero qué cosa más cargante, cursi y bobalicona. Vale que su público deben ser niñas de doce años cargantes, cursis y bobaliconas, pero no es necesario arruinar el cerebro de un humano casi sano que por equivocación u obligación se tenga que ver semejante bodrio.

Actores cargantes, historia cargante, diálogos cargantes, iluminación cargante, canciones cargantes, producción cargante y una visión de mundo rancio, caduco e irreal sin duda promocionado por el sector más puritano y presbiteriano de la casa madre de la Disney en USA.

Si no fuese porque sabemos que existen Enrique Iglesias y sus hermanos Julio José y Chabeli, se podría pensar que no está ambientada en el planeta Tierra sino en alguno de Alfa Centauri por lo menos.

Que mal están los actores (casi todos veinteañeros, por cierto), incluso Ángela Molina que no sabes si quiere parecer entusiasta o es que está borracha.

Y encima, como siempre que me veo algún truño sale un personaje que se llama Germán. ¿Como no se me va a bajar la autoestima si siempre pasa lo mismo? ¡Al menos esta vez no hace de tarado!.

En fín si me estás leyendo y te ha gustado es porque eres gilipollas. Te lo digo así, sin paños calientes, para que le pongas remedio.

Calificación final: Comeneuronas.

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